Harrison Cárdenas, joven de 18 años, moreno, delgado de estatura mediana, sobreviviente de Sanar Cúcuta, nos cuenta a su manera recuerdos y todo lo vivido desde que enfermó de un cáncer linfático.
“Tenía 4 años y vivía con mis papás y 2 hermanas, en una finca de un municipio de Norte de Santander, cuando me enteré de la enfermedad. En el campo me decían que tenía paperas, porque en el campo uno no sabe de eso; mi mamá me llevó al puesto de salud y de ahí me mandaron a Bucaramanga o a Bogota, la verdad no sé porque no lo recuerdo; salió positivo, que era cáncer. Todo cambió en la familia, nos vinimos a vivir a Cúcuta un tiempo para el tratamiento, pero luego mi mamá se fue para la finca, porque mis hermanas estaban pequeñas; yo me quedé en la casa de una tía, ella es mi otra mamá, la quiero, la adoro, es una mujer que ha hecho todo por mí.”
Al llegar a este punto de su relato Harrison se conmueve de afecto y agradecimiento al recordar los años de enfermedad y dificultades que compartió con su tía, y continúa diciendo: “Se ha quitado el pan de la boca por dármelo a mi, y ha dejado de hacer muchas cosas con sus hijos, para atenderme a mi, yo la amo, la adoro, y en estos momentos le doy gracias a ella.”
“A los 4 años me hicieron los exámenes y me detectaron la enfermedad, el Dr. Esteban Hernández me diagnosticó y aplicó el tratamiento; la verdad recuerdo muy poco, estaba pequeño, lo único que me acuerdo es que estaba en un cuarto solo, conectado con muchos sueros, me puyaban mucho, eso sí no se me olvida. Los primeros 4 años fueron difíciles porque no tenía ninguna calidad de vida; estábamos de un lado para otro, en Lourdes, en Cúcuta, y mi papá también se enfermó.
Recuerdo las quimioterapias, muy poco pero las recuerdo. Me daba miedo, pero el único consuelo era que mi tía me iba a brindar un pastelito y una avena cuando saliéramos, era como el incentivo, la ilusión. Cuando venía a los controles y me puyaban muchas veces, porque no me encontraban las venas; duré 10 años en tratamiento hasta los 14 años, el Dr. Me dijo que estaba bien, pero que si me sentía mal, que pidiera la cita, que él me atendía.
Pude estudiar, gracias a Dios; a los 5 años no me quisieron recibir porque estaba muy pequeño y luego a los 6 años, mi tía insistió pero le sacaron excusas para no darme el cupo porque me veían flaquito y enfermo, pero finalmente me recibieron y ahí hice hasta tercero primaria; luego nos trasladamos a otro municipio de Norte de Santander, Rangonvalia, cuando tenía 9 años.
Allá vivimos 7 años consecutivos y luego nos volvimos para Cúcuta y otra vez para allá, no hemos tenido estabilidad. Orita soy buen estudiante, no es que me las tire, pero siempre lo he sido, en segundo me dieron beca y no tuve que pagar matrícula. En quinto también fui el mejor, en noveno también era el mejor de rendimiento académico y comportamiento.
Me tuvieron hospitalizado, tuve la compañía de mi tía y nunca nadie me hablaba de muerte, ella más bien me cantaba canciones; en ese momento yo no sabía que era la muerte.
En principio, mi tía me decía que gracias a Dios y a Sanar estaba bien y he salido adelante, nunca me he sentido cercano a la muerte. Siempre he estado con Dios, uno sabe que se tiene que morir, pero si Dios no quiere, uno no se muere.
De Sanar he recibido mercados, tratamiento, medicamentos, consultas. Ser un sobreviviente es una segunda oportunidad que me ha dado Dios por medio de Sanar. Es una lucha, una guerra que le ganamos a la muerte.
Hay mucha gente que se ha quedado en el camino, tal vez por cuestiones divinas; recuerdo a Ricardo que era cieguito y que se quedó en el camino, entablamos una amistad muy bonita. En el 2008 no pude volver más por un tiempo, porque estudiaba de noche trabajaba en el día, pero por esos días, cuando me enteré de la muerte de Ricardo, se me salieron las lágrimas. Lloré delante de todos”.
Al describir su situación actual, y su relación con Sanar, Harrison cuenta: “quiero estudiar, no quiero quedarme sólo con el bachillerato; ya lo saqué estudiando en la nocturna, he trabajado desde los 10 años para ayudarme con mis estudios. Hace 20 días me vine solo de la finca y orita llegué y me estaba quedando donde otra tía, estoy trabajando como ayudante de construcción. Pero nos desocuparon una casa en Santa Ana y estoy viviendo en ella con mi hermana, que también se vino de la finca. Nos estamos quedando los dos solos, casi como desplazados, no tenemos nada, pero nos prestaron dos colchones y un televisor viejo.
Yo sé que como sobrevivientes, nosotros somos un ejemplo de vida, y me gustaría hablar con otros niños para darles ánimo. Me gustaría dar un apoyo moral, decirles que si es posible salir adelante, que la vida es linda, que es el mejor regalo que Dios nos da. Decirles que luchen que no se queden en la batalla. Podría venir un día a la semana, si nos ponemos de acuerdo; vendría a colaborar. Yo pido el permiso, ustedes me llaman y yo podría una tarde. Estoy esperando a la solicitud que hice en el Sena; me inscribí y falta presentar la prueba virtual para ver si me sale el cupo, que sea lo que Dios quiera”.
Respondiendo a la pregunta sobre sus aspiraciones y afectos, Harrison cuenta.” Tengo una novia en el barrio desde hace tres semanas, pero en la casa de ella hay un problema “el macho”, no la dejan ni hablar conmigo; yo no sé porque la tratan así. A mi hermana y a mí, mis papás siempre nos han dado la confianza, pero allá, salen y la regañan, no debería ser así, deberían darle consejos. En todo caso, no estoy enamorado. En un futuro me veo como Comunicador Social; me gusta la gente, me gusta comunicarme, participar en eventos. Quisiera estar en la televisión reportando las noticias del momento, esa es mi ilusión; en el Sena me inscribí en Contabilidad y Finanzas, porque no había Comunicación Social, pero eso también es bueno, y así espero poco a poco salir adelante y aprovechar esta segunda oportunidad”.
Así es como Harrison concluye su historia, lleno de vida y de esperanzas por un futuro mejor, que le asegure no sólo salud, sino la estabilidad que no ha podido tener desde chico.
Harrison admiro tu lucha y tus deseos de slair adelante y se que con la ayuda de Dios todos tus sueños se te haran realiad."Por que la vida habla"
ResponderBorrarun abrazo Luz Omaira Suarez
Sobreviviente de cancer pediatrico